ISLA DE ROBINSON CRUSOE
Actualizado: 29 jun 2021
De niño soñaba con convertirme en protagonista de mis propias aventuras. Anhelaba emular a Daniel Boone recorriendo los legendarios territorios del lejano oeste, navegar a las órdenes de Sandokán, el temible Tigre de Malasia, deambular por las heladas tierras del Yukón y de Alaska acompañando a los protagonistas de los relatos de Jack London, o penetrar en las intrincadas selvas africanas acompañando a Tarzán, pero sobre todo hubo una historia, la de Robinson Crusoe, que me hechizo desde la primera vez que la leí.

En 1.704 el capitán del barco Cinque Ports abandonó en una isla desierta al marino escoces Alejandro Selkirk, se lo tenía merecido por sus continuas desobediencias y peleas con la tripulación. Con tan solo una Biblia, un cuchillo, un fusil, un hacha, una libra de pólvora, un poco de tabaco y una caja con algo de ropa tuvo que sobrevivir los 4 años y 4 meses que duro su estancia en la isla hasta que fue rescatado por el navío pirata, Duke.
Cuando el escritor inglés Daniel Defoe conoció la historia pensó que sería un buen argumento para un relato de aventuras y creo a un personaje ficticio llamado Robinson Crusoe. Por cierto, este era el nombre de uno de sus compañeros de colegio. La primera edición se publicó en 1.715 sin nombre de autor, así los lectores pensarían que se trataba de unas memorias auténticas.
Llegar hasta la Isla de Robinson Crusoe, que forma parte del archipiélago de Juan Fernandez, no resultó ser un viaje ni rápido, ni cómodo. Partí de Santiago, la capital chilena, en una pequeña avioneta Piper Navajo y durante aproximadamente dos horas y media sobrevolamos las negras aguas del Océano Pacifico. Tomamos tierra sobre una polvorienta pista, cogí mi mochila y tuve que caminar durante unos veinte minutos hasta una recogida bahía donde me subí a una pequeña lancha que me llevó hasta San Juan Bautista, la única localidad habitada de la isla y qué junto a la isla de Alejandro Selkirk, la Isla de Santa Clara y algunos pequeños islotes forman el archipiélago de Juan Fernández.
La isla fue descubierta en el año 1.574, precisamente por un marino llamado Juan Fernandez y bautizada como Mas a Tierra y durante siglos fue refugio de piratas. En este lugar es donde Alejandro Selkirk, el marino escoces, personaje real, fue abandonado.
El archipiélago está declarado como Parque Nacional y reconocido por la UNESCO como Reserva Mundial de la Biosfera y sin duda la isla de Robinson Crusoe cuenta con numerosos atractivos.
Quizás os resulte extraño, pero me gusta visitar los cementerios, de eso ya escribiré en otro momento, y en esta ocasión el cementerio de la isla es de obligada visita ya que allí se encuentra la historia más reciente de este singular territorio. Es recomendable hacerlo con un buen guía, yo lo tuve, y así pude conocer las historias de algunos de los allí enterrados, como por ejemplo el suizo Alfred Von Rodt, un auténtico colono de la isla allá por el año 1.877, la fascinante historia del Dresden un navío alemán al que su capitán decidió hundir el 14 de marzo de 1.915 antes que rendirlo a la Marina Británica, algunos de sus supervivientes decidieron