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EN TREN POR ALASKA



De niño siempre me gustaron los trenes, de mayor también.


Una de mis geografías favoritas es Alaska y los territorios del lejano norte, esos espacios que conocí hace muchos años a través de los libros del escritor norteamericano Jack London. El hizo que me viera inmerso en aquellas gélidas tierras que conocía de primera mano ya que vivió allí durante algún tiempo. Con aquellas lecturas yo pude imaginar grandes aventuras.


Hoy os contare un apasionante y bellísimo viaje en tren donde se pueden disfrutar, desde las ventanillas del mismo, de aquellos legendarios, salvajes e inhóspitos paisajes.

El White Pass and Yukon Route Railway, que así se llama el tren, parte de Skaway en EEUU y tras recorrer 177 km de autentico delirio finaliza su recorrido en Whitehorse en Canadá.


El trazado y construcción de esta línea férrea fue un arduo y complicado trabajo de ingeniería. Se construyo en 1.898, en plena fiebre del oro, y sirvió para trasladar personas y mercancías hasta aquel territorio que prometía convertirse en El Dorado.

A la hora indicada me subí al vagón 202, al asiento no le di demasiada importancia porque no pare de moverme ni un instante. Me asomaba por las ventanillas a izquierda y derecha, también me situaba en el paso de un vagón a otro para disfrutar en todo su esplendor de un zigzagueante recorrido donde a mi vista se iban alternando densos bosques, caudalosos ríos, montañas de picos nevados, glaciares, gigantescas cascadas de caída vertiginosa, túneles, cerradas curvas donde casi podía tocar alguno de los otros vagones y también cruzar, con un poco de nerviosismo, todo hay que decirlo, puentes de madera con los que salvábamos profundos precipicios. No tuve ni un minuto de descanso, la belleza de aquel territorio es algo difícil de explicar con palabras, más que nada era un sentimiento de gozo que me acompaño durante todo el trayecto.


El tren que discurre lentamente, no se trata de llegar a un lugar lo antes posible, sino de disfrutar de aquel increíble escenario natural efectúa algunas paradas. En la de Bennett, donde paramos para comer, pude recorrer un centenar de metros del famoso Chilkoottrail, ese peligroso paso que utilizaron los buscadores de oro a finales del siglo XIX para poder cruzar las montañas y llegar a las zonas mineras.


Finalmente, y para rematar este viaje, me desplace hasta la ciudad de Dawson donde visite el Centro de Interpretación Jack London. El escritor llego a Klondike, en el territorio del Yukon, en 1.897 en busca de oro. Allí construyo una pequeña cabaña donde poder pasar el invierno. Una replica de esa misma cabaña se construyó en 1.969 con algunas de las maderas originales y es la que se visita hoy en día. Como no emocionarme al cruzar el umbral de ese minúsculo cobijo donde vivió, trabajo y sin duda se inspiró, para escribir alguno de sus mejores relatos, el gran escritor y aventurero Jack London, ese que dijo en alguna ocasión: “ El hombre tiene que vivir en vez de simplemente existir”. Sin lugar a dudas él lo hizo.

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