Si alguien nos preguntara que es lo que más deseamos en este mundo, muchos de nosotros responderíamos, ser felices, bueno pues un pequeño reino situado en el corazón del Himalaya se propuso desde hace ya muchos años que todos sus ciudadanos lo fueran y parecen que lo están consiguiendo, ese lugar se llama Bután.
Para llegar hasta allí hay que coger varios aviones, no es un viaje corto.
Las autoridades del país, con el rey a la cabeza, optaron hace años por no convertir el Reino del Dragón en un destino turístico masivo y por lo tanto no son tantas las compañías aéreas que vuelan hasta este pequeño país. La compañía aérea nacional se llama Druk Air, precioso nombre por cierto, y siempre que he volado con ella desde Katmandu el disfrute ha comenzado a los pocos minutos de despegar del aeropuerto de la capital nepalí. Sobrevolar la cordillera del Himalaya, y si el día esta despejado verse rodeado de innumerables picos, algunos de ellos los famosos “ochomiles”, es un auténtico regalo.
Bután está considerado por la ONU desde hace ya varios años como uno de los países donde sus habitantes son de los mas felices del mundo, incluso está implantado el Índice de Felicidad Nacional Compartida, que no es otra cosa que ayudar a proteger el medio ambiente, tener salud publica buena y gratuita, dedicar tiempo a realizar actividades culturales y a la familia y así un largo etc. que lleva consigo que sus habitantes estén muy satisfechos con la vida que llevan.
Una de las visitas obligadas para cualquier persona que llegue al país es ascender hasta Takshang Lhakhang o Nido del Tigre, pero ¿Por qué es tan importante este lugar? Bueno más allá de los preciosos paisajes que se disfrutan durante el ascenso, que por cierto se puede hacer caminado o montado a caballo y de llegar a un pequeño monasterio cuyo emplazamiento se encuentra literalmente colgado de la montaña, este lugar es muy importante y sagrado para los butaneses porque hasta allí, situado a 3.000 metros de altura, llego en el siglo VIII sobre una tigresa voladora, Guru Rimpoche, uno de los maestros budistas mas venerados en el Tíbet, no es una leyenda sino algo que todos los habitantes del país consideran real y sin duda un importante hecho histórico.
Realizar esta peregrinación, según los budistas, trae muchas bendiciones y méritos que se acumularan para esta vida y las siguientes.
El ascenso se puede hacer a pie o montado a caballo, yo siempre he preferido realizarlo a pie, paso a paso, lentamente, y si es posible en silencio y confieso que, aunque el esfuerzo realizado, sobre todo debido a la altura, es grande, este se olvida cuando uno entra en tan sagrado lugar.
En mi última visita, unos jóvenes estudiantes para monjes correteaban y jugaban sin importarles demasiado los curiosos visitantes que hasta allí habíamos llegado, para ellos vivir allí era algo cotidiano, para mi en cambio, la atmosfera de espiritualidad que emanaba el Nido del Tigre era algo muy especial. Me senté en un rincón y el tiempo pareció detenerse.
Antes de abandonar Takshang agradecí desde lo más profundo de mi corazón haber podido disfrutar de nuevo de este lugar y pedí para que otros muchos pudieran también hacerlo. Entoné el mantra de Guru Rimpoche, Om Ah Hum Vajra Guru Padma Siddi Hum y comencé a caminar……
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